sábado, 29 de mayo de 2010

La casa de los espíritus

Me costó un poco encontrar una peli para encarar la reseña de hoy. Daba vueltas al asunto (ya tenía el lugar elegido) y nada. Entonces empecé a pensar: algo que me generó muchas expectativas y me defraudó. Algo que tenía todo para ser bueno y no lo fue. Algo que era pretencioso y resultó chato. Y me acordé de “La casa de los espíritus”. No sé que pasa con la obra de Isabel Allende, pero cada intento que se ha hecho de llevar algo de ella al cine resultó un fiasco. La aventura de Bille August de los ’90 es un claro ejemplo. Teníamos un director de lujo, que venía de emocionarnos con un “Pelle el conquistador”. Teníamos un libro increíble, mágico, como sus personajes. Teníamos una dirección de arte impecable. Y teníamos un elenco de esos que no se dan fácilmente: Jeremy Irons, Meryl Streep, Glenn Close, Vanessa Redgrave, Antonio Banderas, Winona Ryder, María Conchita Alonso. Sigo? Bue, si, sigo. Con todo eso, resultó un bodrio de aquellos. Una carrera contra el tiempo para tratar de no hacer una historia larga como “Lo que el viento se llevó”, que quiso contener la saga de cuatro generaciones de mujeres en un ratito. Ibamos como en tren bala. Y así salió.

Me pasó lo mismo con este rinconcito de Alta Córdoba (o Cofico, según el mapa que miremos). Me lo recomendaron como lo más en comida mexicana por estas latitudes. Me lo recomendaron algunos que habían ido y otros que no, pero que también habían escuchado loas. Y allá fui, organizando gran contingente como para apreciar tamaña maravilla.

El lugar es pequeño. Una habitación ampliada, con puerta y ventana de color que asoman a la Fragueiro. La deco impacta al entrar, luego uno va mirando con detenimiento y no es para tanto. Simpáticos los cuadros de una pared y las sillas pintadas. La intención es hacernos sentir en algún lugar de Yucatán quizás.

De México por lo que tengo entendido, tiene al dueño o “jefe” (Tatich quiere decir eso precisamente). Y los titulares de lo que se sirve, obvio.

Vamos a la carta. Esperando que llegara el resto de la gente, los primeros en llegar nos arriesgamos a unos nachos. Y lo mejor, una jarra de jugo de Tamarindo (no es de sobre, viene la pulpa en un pan como el membrillo. Es el mismo que tomé en Ecuador. Exquisito!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!)

Los nachos vienen con un plus de porotos negros refritos y queso gratinado. La salsa para hundirlos te la debo. O comprala! Si. El guacamole, si lo querés, lo pagás aparte. En si los nachos bastante insipidones. Hasta diríase aburridísimos.

La carta promete más que las típicas fajitas, tacos y quesadillas. Para el testeo, se pidieron tacos, que resultaron lo más interesante de la noche, y eso que no eran nada del otro mundo, un plato de salbutes y uno de sopes.

El de los salbutes fui yo. Es una tortilla de maíz frita, con la misma pasta de frijoles que los nachos, una hoja de lechuga y arriba de ella pollo, cebollas y algunas cositas más. Los sopes se presentan sobre una masa de maíz redondita como tarta, pero más gruesa que la del taco o el salbute. El relleno es de carne con salsa de tomate y puré de frijoles negros refritos. Pinta interesante, no? Bue. Queda en eso, en la pinta. Si algo caracteriza a la cocina mexicana es el sabor. Característica que brilla por su ausencia en los platos antes descriptos. Otra cosa que no gustó fue que a los platos los acompañaron con tres cocottes con muestras de tres salsitas: una extra picante (que no lo era tanto), otra tipo ensalada criollita y la tercera ni la recuerdo. Muy poco para tantos platos.

En materia postres demasiado pobre. Ofrecían helados.

Para tomar, gaseosas, cerveza o el grandioso jugo de tamarindo.

En materia precios, gastamos cerca de $ 40 cada uno de los comensales. Sin postre aclaro (terminamos tomando helados en Gatelín).

Voy a hacer una acotación aparte aquí: todas mis reseñas se basan en mi experiencia. O sea, nada de lo que escribo está inspirado en algo que me contaron. Por ende, puede que mi apreciación no sea la de ustedes mis estimados lectores. En este caso me muní de cuatro paladares más. Y ninguno se fue conforme de la experiencia mexicana. Nos faltó sabor. Mucho. O quiero ser hiriente con la reseña. Pero la verdad es esta. También sé que para poder juzgar tengo que conocer acabadamente. Y debería haber vuelto para una segunda oportunidad. Pero no me quedaron muchas ganas. Quizás fui con demasiadas expectativas. Como me pasó con la película. Y quedó en eso, en una válida intención que no alcanzó. Mejor suerte la próxima, no?

La Casa del Tatich

Fragueiro 1562 – Alta Córdoba (o Cofico, porque queda de este lado de las vías)

TE 4717637

Abierto de lunes a sábados, mediodía y noche

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