miércoles, 12 de mayo de 2010

Así es la vida

Quién no se quedó un fin de semana en casa, sintoniza Volver o canal 12 (hace unos años atrás) y le embocó a este clásico del cine nacional?? Con Mirta Chanquía siempre llegamos a la misma conclusión: más veces la vemos, lo mismo nos emocionamos. Y creo que es más lacrimógena la versión de 1977 de Enrique Carreras del 77 que la blanco y negro del 39. Será porque Luis Sandrini te hace llorar más que Enrique Muiño (aparte, lo veo a Muiño y se me representa Sarmiento. Le quedó el estigma, qué quieren que les diga!). Para los que no la vieron, la peli trata de la historia de una familia a lo largo de tooooda la vida del matrimonio Salazar. Los nacimientos de los hijos, su adolescencia, juvetud, matrimonios, la llegada de los nietos, los tíos solterones, la empleada eterna, todo desarrollándose en una casona de esas de comienzos del siglo pasado, modelo tradicional argentino, con el saguán, la puerta cancel, el patio lleno de plantas, las habitaciones que dan a éste, una sala de recepción ventana a la calle, con piano donde alguna vez se juega una milonga a dejarse tocar...
Tanto la primera como la segunda versión tuvieron un destacado elenco que permitió que ambas hayan pasado al Parnaso de la filmografía argentina. Sigo prefiriendo la más nuevita, que se yo...
Así como con la peli, me pasa con The breacan. Será por el lugar? no es la segunda vuelta de algo que ya había. Es otro ensayo pero en el mismo escenario.
La casa está en la Irigoyen, frente al Palacio Ferreyra. Antes estuvo Florentino, alguna vez Doc. La estructura es la misma, cambiamos al color (como en la peli) y aprovechamos más el patio (oh! que casualidad, como en la peli también)!
La verdad, me gusta más ahora.
De arranque entramos, un recibidor (como...) en donde destaca la presencia de la abuela de Soledad, la anfitriona del local. Es raro no verla allí sentadita a cualquier hora. Párrafo aparte merece la simpatía de Soledad. Muy agradable por cierto.
Hacia el interior, buen gusto en la decoración y una amable atención nos ofrece el salón o el patio de atrás, donde se puede fumar.
Al patio le hace falta un poquito más de onda en mesa y sillas, y algún reparo más conveniente al mediodía porque el sol pega fuerte.
The breacan es ambicioso con su propuesta: nos espera de mañanita con un desayuno (no los he probado pero en facebook he visto las fotos, da para ir a testearlos), al mediodía con la carta o la opción menú (que ronda los 35 pesos aproxi, con un appetizer, un plato a elección y un postre -párrafo aparte, si vamos a ofecer ensalada de fruta, con tanto despliegue culinario, recomendaría dejar las latas al margen de la cuestión-) meriendita a la tarde y cena de noche, con un menú bastante contundente.
El origen del nombre, la deco y la cocina que nos ofrecen es escocés, atento a la nacionalidad del cheff. De allí que la morcilla o haggis y la panceta/tocino/bacon estén presentes en varias de la propuestas (incluída el desayuno).
En entradas hay varias opciones interesantes, como la tulipa de camarones y hortalizas en salsa de soja y sésamo, o las mollejas crocantes marinadas en lima con una reducción de aceto imperdibles. Los platos fuertes dan para todo, desde carnes hasta pasta (debo reconocer que a este último apartado no me he dedicado ninguna de las veces que fui). Recomiendo los muslitos de pollo rellenos con haggis, que salen bañados con una salsa de whisky y acompañados por papas rústicas, el carré de cerdo con colcannon (qu viene a ser un puré rústico) y manzana caramelizada en salsa de arándanos (es una delicia. Imposible perdérselo) o el bife de chorizo con hongos, lcaparras y papas dauphinoise. Interesante es que siempre van renovando la oferta, y así han pasado unas costillas de cordero que ruego vuelvan algún día, y un bife de chorizo con salsa de mariscos extraña pero interesante combinación).
A la hora del postre, mis preferidos son el avarois de fruta de la pasión y el banoffee pie, que es una cookie o galleta con banana, dulce de leche y crema. Para los más tradicionales, un waffle con sabayon al oporto y frutos rojos ó un brownie tibio con helado y salsa de chocolate no son mala alternativa.
Para tomar, la carta de vinos está buena, con precios convencionales. También y porqué no, una cervecita no viene mal, y acá la oferta es de lo más surtida.
En materia precios, normal. Ni caro ni barato, calcular entre $ 40 a $ 70 por persona, dependiendo lo que se lastre y lo que se beba, obviamente.
No está fácil el tema estacionamiento, menos ahora que a la Irigoyen me la dejaron renga del lado del Palacio. Y aunque los muchachos del Cabildo insisten en que hay más prevención y por ende menos choreo de autos en Nueva Córdoba, hay playas de estacionamiento por la zona, a lo sumo a una cuadra y media de distancia.
Así como decían Muiño y Sandrini en la peli que hoy recuerdo, espero que los chicos de The breacan puedan también decir en algún momento "vieja, hay que agrandar la mesa" cuando se les llene el lugar.
Estaría bueno que les vaya muy bien, ya que como alternativa gastronómica en Córdoba, creo que lejos, son una de las mejorcitas.


The Breacan
Hipólito Irigoyen 562
4691458
Lunes a viernes de 08:00 a 00:00
Sábados de 10:00 a 00:00

1 comentario:

  1. MUY BUENO PABLO...BUENA INICIATIVA. CUALQUIER COSA QUE NECESITAS, COMO POR EJEMPLO PARA SUBIR FOTOS, VIDEITOS, ETC. AVISAME...SALUDOS
    EDUARDO PLANAS Y TODO EL STAFF
    BOLETIN LITERARIO BASTA YA!

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